Conjunto de retablos del convento de los padres Carmelitas Descalzos (Markina-Xemein)

Retablo de San José

  • Templo: Iglesia del convento de Nuestra Señora del Carmen (Markina-Xemein)
  • Ubicación: Crucero, nave del evangelio (a la izquierda del altar mayor)
  • Autor: Marcos de Santa Teresa (arquitecto) (traza), Juan de Munar (escultor) y Manuel Fernández de la Vega (dorador)
  • Promotor: Comunidad carmelita y Ayuntamiento de Markina
  • Cronología: siglo XVIII (1736)
  • Estilo: Barroco

Un retablo que ensalza la devoción por San José

Retablo interactivo, pulse sobre las imágenes para ampliar su información.

Iglesia:

El Convento de los padres Carmelitas Descalzos está en el casco histórico de la villa de Markina-Xemein. Fue fundado en 1691 por el abad de la Colegiata de Ziortza, Ignacio de Munibe y Axpe, hijo de los Condes de Peñaflorida. Sin embargo, las obras de la iglesia no se terminaron hasta 1724, más de treinta años después de la fundación.

Es un buen ejemplo de iglesia barroca carmelita, con una sencilla fachada flanqueada por dos espadañas y, al interior, una amplia nave central y dos naves laterales.

San Juan Evangelista (Berriz)
Advocacion Retablo Lateral de San José (Markina - Xemein)

Advocación:

José es el esposo de María y, por tanto, padre adoptivo de Jesús de Nazaret. Según cuenta Mateo en su evangelio, era artesano, oficio que luego la tradición concretó en carpintero. Por tanto, era de condición humilde, aunque pertenecía a la estirpe del rey David. En los primeros años del cristianismo no recibió una atención especial, pero posteriormente teólogos como Bernardo de Claraval, Tomás de Aquino y, sobre todo, Teresa de Ávila impulsaron su devoción. Desde 1621 es patrón de la orden de los carmelitas.

Descripción:

El retablo colateral de San José se encuentra en el crucero de la iglesia de los carmelitas, en el lado del evangelio, a la izquierda según se mira al altar mayor. Es un retablo de cuerpo único, formado por un alto banco, donde se adosa el altar, decorado con recargados relieves y cabezas de angelitos o putti; cuerpo principal, dividido en tres calles separadas por columnas , donde están las esculturas; y remate o ático, con una pintura enmarcada entre abundante decoración barroca. Está dedicado a San José, patrón de los carmelitas, que ocupa la casilla central. Lo acompañan, en las calles laterales, las esculturas de San Bernardo y San Benito, y, en el ático, un lienzo que representa una de las escenas de la vida de Santa Teresa de Ávila. Es un mueble de estilo barroco, muy decorado, con elementos como las columnas de capitel corintio, decoradas a candelieri en la parte inferior y con estrías en zigzag en la superior. También las hornacinas laterales presentan ricos ornamentos a base de motivos vegetales y voluminosos cortinajes. El ático, por su parte, se destaca mediante amplias volutas y jarrones esquineros.

La policromía, muy cuidada, se centra en la figuras, destacando los motivos de flores que se representan sobre los hábitos de los monjes y el manto de San José.

Historia:

Las obras del retablo de San José fueron contratadas por la comunidad de carmelitas de Markina en 1736. Para sufragarlas se contó con la colaboración del ayuntamiento de la villa, que aportó 300 reales. El diseño o traza se encargó al carmelita navarro fray Marcos de Santa Teresa y las imágenes al escultor cántabro, afincado en Elorrio, Juan de Munar.

Por su parte, la policromía fue llevada a cabo en 1760 por el dorador cántabro Manuel Fernández de la Vega, y se pagó gracias a los donativos particulares de Bruno de Ubilla y Teresa de Barroeta, vecinos de la villa.

Imaginería:

Cuerpo 1

a. San Bernardo de Claraval.

San Bernardo de Claraval.
Bernardo fue un monje cisterciense de la abadía de Claraval, en Francia, que tuvo mucha importancia en la vida religiosa y política en la Europa del año 1000.

Pronunció cuatro famosas homilías o discursos, en los que ensalzaba la figura de San José, sobre todo su prudencia y fidelidad; de ahí que aparezca en este retablo junto al santo patrón de los carmelitas.

Se le representa sujetando un libro en su mano izquierda y vestido como monje cisterciense: hábito blanco, aquí ricamente policromado con flores, y la cabeza rapada o tonsurada. Es obra del escultor Juan de Munar.

A. San José.

San José.
José es el esposo de María y, por tanto, padre adoptivo de Jesús de Nazaret. La devoción a este santo fue impulsada por Teresa de Ávila, reformadora de los carmelitas, por lo que es el santo patrón de la orden.

En esta escultura se le representa con el Niño en brazos, resaltando la cercanía entre padre adoptivo e hijo. José mira al niño, que va vestido con una túnica de flores y sostiene una esfera, símbolo del mundo, en su mano izquierda. José lleva también una vara florida, en alusión al milagro que hizo que los sacerdotes lo reconocieran como el esposo más adecuado para la Virgen María.

La escultura está colocada en una hornacina muy decorada que centra la composición del retablo.

b. San Benito.

San Benito.
Benito de Nursia fue un religioso italiano hacia el año 500 fundó la primera orden de monjes en Occidente: los benedictinos.

Su obra inspiró a Teresa de Ávila a la hora de reformar los carmelitas descalzos, por eso se le representa en este retablo junto a San José, el patrón de esta orden.

Se le representa como un hombre anciano de larga barba que se apoya en un bastón o báculo, en su condición de abad de los benedictinos. Viste el hábito negro de su orden, que aquí ha sido adornado con flores. Es obra del escultor Juan de Munar.

Ático

B. Imposición del collar a Santa Teresa de Ávila.

Imposición del collar a Santa Teresa de Ávila.
La pintura representa un episodio descrito por Teresa de Ávila en una de sus obras, el Libro de la vida. La santa cuenta que el 15 de agosto de 1561 tuvo una visión en la que la Virgen María y San José le ponían al cuello un hermoso collar de oro, mientras le indicaban que tendría éxito en su labor de fundar conventos de carmelitas descalzas. Este acontecimiento fue clave para los carmelitas, y también para tomar a San José como patrón de la orden.

En la pintura, el carácter místico de la visión de Teresa se refuerza al representar la escena bajo un cielo abierto en el que, entre nubes, asoma Dios Padre, representado como un anciano que sujeta la esfera del mundo mientras envía al Espíritu Santo, representado simbólicamente en forma de paloma.

Acompañan la escena dos ángeles; el de la derecha sostiene una vara florida, atributo de José de Nazaret que lo identifica como esposo de María. Esta pintura es copia de un grabado de Adrian Collaert realizado hacia 1600.