Retablo de Santa María (Elexalde – Galdakao)
- Templo: Iglesia de Santa María (Andra Mari) (Galdakao)
- Ubicación: Altar Mayor
- Promotor: Parroquia y ayuntamiento
- Cronología: siglo XVI (hacia 1530)
- Estilo: Renacimiento
Una obra pionera del Renacimiento en la ruta costera del Camino de Santiago
Retablo interactivo, pulse sobre las imágenes para ampliar su información.
Iglesia:
La iglesia de Andra Mari, dedicada a Santa María, se encuentra en Elexalde, el barrio más importante del municipio de Galdakao, al que da nombre (eleiz-alde significa en euskera “al lado de la iglesia”). En su día, por este lugar pasaba el llamado “camino de la costa” una de las rutas secundarias del Camino de Santiago. La iglesia comenzó a construirse en el siglo XIII; de esa época es su portada sur, de estilo románico con elementos que muestran ya la transición al gótico. Esta primera iglesia medieval fue ampliada en el siglo XVI, ya en estilo renacentista. A esa época pertenece el retablo que preside su altar mayor.
Advocación:
La iglesia y el retablo están dedicados a la Virgen María, ensalzando su papel como Madre de Dios. El culto de veneración a María como madre de Jesús va a comenzar, prácticamente, desde el origen del cristianismo, ya que como tal se la menciona tanto en los evangelios como en los Hechos de los Apóstoles. A lo largo de los siglos se irá construyendo la imagen de María y la devoción a su figura, centrándose en los ideales de pureza y virginidad. La imagen principal del retablo la representa sentada con el Niño en el regazo mientras es coronada por los ángeles. Se muestra así el doble papel de María como Madre de Cristo y Reina de los Cielos. .
Descripción:
El retablo preside el altar mayor y está realizado en madera policromada. Es un mueble de tipo casillero con guardapolvos en los laterales, distribuido en tres cuerpos, remate o ático y un alto banco doble. La calle central, más alta, se distingue por cobijar esculturas, mientras que las laterales acogen relieves de gran expresividad y detallismo.
Está dedicado a la vida de la Virgen, destacando el papel de María en el perdón de los pecados de la humanidad. Así, en el ático se representan dos escenas del Génesis, el primer libro de la Biblia, que cuentan el pecado de Adán y Eva y la expulsión del Paraíso. El cuerpo del retablo recoge los episodios más importantes de la vida de María, en relación a la de su hijo. Por último, en el banco aparecen cuatro escenas de la pasión de Cristo, acompañadas de los apóstoles y dos santos. Las esculturas de la calle central se dedican a la Virgen María: en la casilla central aparece como madre de Jesús y, sobre ella, en la Asunción. Esta calle central remata con una representación del Calvario. Además, una hornacina en la parte baja del retablo acoge la imagen de la titular de la parroquia, una Virgen románica. Todos estos relieves y esculturas están pintados con una cuidada policromía, a base de oros, rojos y azules, muy característica del Renacimiento.
La decoración incorpora motivos inspirados en el arte antiguo, sobre todo en los palacios y villas de Roma, que en el siglo XVI se conocía como “ornamentación a la romana”: motivos vegetales verticales, similares a los que realizaban los orfebres en los candelabros, llamados candelieri, que se completan con rostros de perfil, imitando monedas antiguas, a modo de medallones. El retablo se rodea con grandes conchas doradas, acompañadas de motivos vegetales.
Historia:
Hacia 1530 los responsables de la parroquia de Elexalde decidieron encargar un nuevo retablo para la iglesia, que acababa de ser ampliada. Para pagarlo tuvieron también el apoyo económico del concejo municipal. Aunque se desconoce quiénes fueron los artistas que realizaron la obra, es evidente que se contó con algunos de los mejores del momento, que estaban al tanto de las novedades del estilo renacentista en Europa. Más de cien años después, en 1660, se añadió la parte baja del retablo y, probablemente, la decoración en forma de conchas que lo rodea.
Imaginería:
Andra Mari
Esta escultura es la más antigua del retablo, más de doscientos años anterior al resto de imágenes, aunque seguramente fue repintada en el siglo XVI, cuando se colocó aquí. Realizada hacia el año 1300, es una de las pocas vírgenes románicas que se conservan en Euskadi. Es una representación de María sentada con el niño en el regazo, del tipo conocido como Virgen-trono y que el País Vasco se denomina Andra Mari (“señora María”).
Se caracteriza por la rigidez de las figuras y la poca expresividad de los rostros, aspectos éstos propios de las imágenes de época medieval.
Virgen con el Niño.
María aparece sentada con el Niño en el regazo. Para destacar el carácter divino de su hijo, éste sujeta un libro abierto, que lee a pesar de su corta edad. Sobre estas figuras, dos ángeles sujetan una preciosa corona, con la que indican que María es Madre de Dios y Reina de los Cielos.
La imagen se sitúa bajo un templete o baldaquino de formas góticas, muy decorado, en el que se pueden ver pequeñas figurillas.
Asunción.
Según la tradición católica, al final de su vida María fue llevada al Cielo y es, junto con el propio Jesucristo, la única persona que se encuentra en cuerpo y alma en el Paraíso, sin tener que esperar al Juicio Final y la Resurrección de los muertos. Se le representa rodeada de ángeles, ya que fueron ellos quienes se encargaron de transportar su cuerpo a la Gloria.
Dos ángeles sujetan la corona que indica que es Reina de los Cielos, mientras ella, con las manos juntas, preside la escena.
Calvario.
El retablo se corona con una representación del Calvario, es decir, Cristo crucificado rodeado de su madre, María, y su discípulo predilecto, Juan.
Destaca la cuidada policromía con que se ha pintado la imagen del crucificado, que resalta su anatomía y las heridas del costado, las manos y los pies.
San José y la Virgen.
Escena que representa el momento en que María, sentada, le comunica a José que está embarazada del Hijo de Dios.
José se arrodilla, junta sus manos y mira al cielo, aceptando su papel como padre adoptivo de Jesús.
Anunciación.
Según los evangelios, el arcángel Gabriel fue enviado por Dios para anunciar a María que iba a ser la Madre del Mesías. Es un episodio de gran importancia simbólica para el cristianismo, ya que representa el misterio de la Encarnación, es decir, el momento en que Dios se hace hombre para salvar a la humanidad del pecado.
Esta escena representa el instante en que el arcángel se presenta ante María, que está leyendo. Sobre ellos, se representa simbólicamente al Espíritu Santo como una paloma, en alusión a la concepción milagrosa y divina de Cristo.
Visitación.
Según el evangelio, María, embarazada de Cristo, visita a su prima Isabel, quien estaba también embazada de Juan el Bautista, para comunicarle que va a ser la Madre de Dios.
En esta escena, ambas mujeres se abrazan, destacando el movimiento del tocado de Isabel, sutilmente reforzado por la policromía.
Anuncio del ángel a los pastores.
Según los evangelios, al poco de nacer Jesús en Belén, un ángel se apareció a los pastores que cuidaban sus rebaños allí cerca para anunciarles que había nacido el Mesías, el salvador de la humanidad.
En esta escena, los pastores se ven sorprendidos por la aparición: uno señala al cielo y otro se arrodilla, asombrado. Es una escena llena de detalles, como el instrumento musical, el perro, el paisaje…
Adoración de los pastores.
El evangelio cuenta que, tras ser avisados por un ángel de que había nacido el Mesías, los pastores se acercaron al portal de Belén.
Este relieve muestra a la Virgen arrodillada ante en Niño que está tumbado sobre su manto, mientras se le acercan los pastores. Uno de ellos se arrodilla y se quita el sombrero en señal de respeto. En el cielo, un ángel contempla la escena, indicando que el Niño es hijo de Dios.
Adoración de los Magos o Epifanía.
Según los evangelios, unos Magos de Oriente visitaron a Jesús en Belén, a donde llegaron siguiendo una estrella que brillaba en el cielo. No se citan sus nombres, su número, ni su raza, aunque la tradición recoge que fueron tres: Melchor, Gaspar y Baltasar. A partir del siglo XIV, este último ha solido representarse como un joven de raza negra.
Sí se dice, en cambio, que le llevaron tres presentes: oro, como rey; incienso, como dios; y mirra, un bálsamo muy aromático que se usaba para embalsamar a los muertos, como hombre y, por tanto, mortal. María sujeta al Niño mientras el primer mago, Melchor, ha dejado en el suelo la corona que lo identifica como rey y se arrodilla ante el hijo de Dios. Gaspar y Baltasar, de pie, contemplan la escena, presidida en el cielo por la estrella que ha guiado a los Magos.
Circuncisión de Jesús.
El evangelio de Lucas cuenta que Jesús, judío de nacimiento, fue circuncidado a los ocho días de nacer, siguiendo la práctica de la religión judía que establece que todos los niños varones deben participar en esta ceremonia ritual, en la que también se les pone nombre.
La representación capta el momento en que María sujeta a su hijo mientras el sacerdote levanta el cuchillo con el que le va a circuncidar. Al fondo, tres personajes contemplan la escena.
Sueño de San José.
Según el evangelio, cuando María le dijo a José que estaba embarazada él, sabiendo que no era el padre de la criatura, pensó en repudiarla y romper su matrimonio. Pero esa noche se le apareció un ángel, que le anunció que en realidad el niño era hijo de Dios.
El relieve recoge ese momento: la actitud de las manos del ángel indica que está hablando mientras José le escucha atentamente.
Huida a Egipto.
Según los evangelios, un ángel alertó a José de que el rey Herodes, confundiendo el nacimiento del Mesías con el de un futuro monarca de los judíos, iba a ordenar asesinar a todos los niños menores de dos años, por miedo a que uno de ellos lo destronase. María y José decidieron entonces huir a Egipto para salvar a Jesús, y quedarse allí hasta que Herodes muriese. Se representa a María con Jesús en brazos, a lomos de un burro que es llevado por José, que camina delante de ellos.
Destacan los detalles de la escena: las ropas de María, con un manto de flores, el zurrón de José, atado a su bastón, o el burro, que levanta una de sus patas.
Matanza de los Inocentes.
Los evangelios cuentan que Herodes, confundiendo el nacimiento del Mesías con el de un futuro monarca de los judíos, ordenó asesinar en Belén a todos los niños menores de dos años por miedo a que uno de ellos lo destronase.
La escena se presenta en toda su crueldad. En el centro, uno de los soldados, vestido con armadura y casco cerrado o yelmo, clava la espada en el cuerpo de un niño desnudo, sin atender a las súplicas de su madre.
Cristo entre los Doctores.
Según los evangelios, cuando Jesús tenía 12 años acudió a Jerusalén con sus padres a celebrar la Pascua judía y, entre el gentío, se perdió. Tras buscarlo durante tres días, lo encontraron en el templo, discutiendo con los sacerdotes y teólogos, que estaban asombrados de su sabiduría.
En la escena, Jesús aparece en el centro, rodeado de los sabios que le preguntan con la mano en alto o comprueban en los libros sus respuestas. A la derecha aparecen José, con el ceño fruncido en señal de enfado, y María, que abre las manos indicando su alivio por encontrar al hijo perdido.
Bodas de Canaán.
Escena que representa el primer milagro de Jesús. Los evangelios cuentan que Jesús acudió invitado junto a su madre a una boda en Canaán. Durante la celebración, se quedaron sin vino y María pidió a Jesús que les ayudara. Entonces, ordenó que se llenaran de agua las tinajas; al sacarla, se había transformado en vino.
El relieve representa ese preciso momento, cuando un sirviente levanta una de las tinajas mientras otro pone en la mesa un recipiente con el agua milagrosamente convertida en vino. Jesús, que levanta su mano derecha en señal de bendecir, aparece acompañado por María y uno de sus discípulos, seguramente Juan, en cuyo evangelio se recoge este episodio. Los detalles en telas, rostros y objetos dan realismo a la escena.
Coronación de espinas.
Según los evangelios, después de ser juzgado, Jesús fue golpeado y humillado por los soldados romanos que, para reírse de él, le pusieron un manto púrpura, de color rojo intenso, que imitaba al del emperador, y una corona de espinas. La expresión de burla de algunos soldados contrasta con la placidez del rostro de Cristo.
Es una escena de gran realismo, con cantidad
de detalles en los ropajes, las vestimentas de los soldados, cascos etc.
Cristo con la cruz a cuestas.
Según los evangelios, antes de morir Jesús fue obligado a cargar con la cruz por las calles de Jerusalén hasta el monte Calvario, donde sería crucificado. Por el camino, era insultado por los soldados, que aquí aparecen con expresivos rostros, empujándole y tirando de su cabello. Le acompaña Simón de Cirene, el hombre que le ayudó a llevar la cruz, vestido con una rica túnica y turbante.
Al fondo, un soldado a caballo completa la escena, junto a las murallas de una ciudad que representa Jerusalén.
Cristo clavado en la cruz.
Momento en que Jesús es clavado en la cruz por un grupo de soldados.
La escena se representa con gran realismo y está llena de detalles como las vestimentas de los soldados, las cuerdas o las tenazas.
Los soldados izando la cruz.
Representa el momento en que los soldados levantan la cruz con Jesús clavado. Es una escena compleja, con muchos personajes, y que muestra una gran tensión: uno de los soldados empuja la cruz con su espalda, mostrando en su rostro y la pierna el esfuerzo.
Adán y Eva en el Paraíso.
La escena une dos momentos narrados en el primer libro de la Biblia, el Génesis. La serpiente, representada con cuerpo de reptil y torso y cabeza de mujer, tentó a Eva para que comiera el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, desobedeciendo a Dios, que se lo había prohibido, lo que se conoce como pecado original. Después de comerlo, Adán y Eva se dieron cuenta de que estaban desnudos y sintieron vergüenza: por eso aquí se cubren el sexo con hojas de higuera.
Destaca el detallismo de la escena, que se completa con un paisaje de árboles pintados que representan el Paraíso.
Expulsión del Paraiso.
Según el Génesis, el primer libro de la Biblia, Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso por haber comido el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal. Para evitar que volvieran, Dios envió un ángel con una espada de fuego, aquí representado con una rica túnica adornada de flores que levanta la espada y les empuja.
Para los cristianos, esta escena simboliza el alejamiento de la humanidad de Dios a través del pecado y, por tanto, la necesidad de ser perdonados a través de la muerte de Cristo en la cruz.
Cristo entre San Pedro y San Pablo.
En esta imagen se representa a Cristo resucitado, vestido de rojo y oro, mostrando la herida de su costado y las marcas de los clavos en sus manos y pies mientras sujeta un estandarte, símbolo de su victoria sobre la muerte. Lo rodean Pedro y Pablo, los llamados príncipes de los apóstoles, que llevan en sus manos los objetos que permiten identificarlos: Pedro una gran llave que simboliza su papel como guardián del Reino de los Cielos y Pablo la espada que recuerda a su muerte decapitado.
Llama la atención la cuidada policromía, sobre todo en las vestimentas de los tres personajes.
Santo Tomás.
Tomás era uno de los doce apóstoles que acompañaban a Jesús de Nazaret. Aquí aparece como un hombre maduro, con barba, que lleva una lanza, ya que la tradición dice que murió lanceado en la India.
Destaca cómo está pintada la decoración de flores en su túnica y su manto, que llenan de colorido la figura.
San Bartolomé y Santiago el Mayor.
Bartolomé y Santiago eran dos de los doce apóstoles que seguían a Jesús de Nazaret. En este relieve, se les reconoce por los objetos que llevan en las manos. Bartolomé sujeta un cuchillo en su mano derecha, mientras que con la izquierda sostiene una cadena con la que somete a un demonio. Con ello se representa su milagro más famoso, ya que según la leyenda venció a un demonio, y también su martirio, ya que le arrancaron la piel del cuerpo. Santiago el Mayor aparece vestido de peregrino y con un bastón o cayado.
Ambas figuras sujetan libros, lo que los identifica como apóstoles. Llama la atención la cuidada policromía de sus ropajes.
San Juan y San Andrés.
Andrés y Juan eran dos de los doce apóstoles que seguían a Jesús de Nazaret. En este relieve, se les reconoce por los objetos que llevan en las manos. Juan, representado como un hombre joven y sin barba, levanta su mano derecha para bendecir la copa que sostiene en la izquierda, de la que sale una serpiente. Se representa así su milagro más famoso, ya que según la leyenda quisieron hacerle beber vino envenenado pero, al bendecirlo el santo, salió de él una serpiente y pudo tomar de la copa sin morir. Andrés sujeta una cruz en forma de aspa que representa la estructura a la que, según la leyenda, el santo fue atado hasta la muerte.
Destacan el colorido de los ropajes y las expresiones de los rostros.
San Felipe y San Simón.
Simón y Felipe eran dos de los doce apóstoles que seguían a Jesús de Nazaret. En este relieve, se les reconoce por los objetos que llevan en las manos. Felipe, que según la tradición fue atado a una cruz y apedreado hasta morir, se apoya en un bastón o báculo en forma de cruz. Simón sostiene una gran sierra, ya que la leyenda dice que fue serrado en dos.
Las imágenes se caracterizan por sus ricos ropajes, muy coloridos y decorados con motivos vegetales.
Santiago el Menor y San Mateo.
En este relieve se representa a dos de los doce apóstoles que seguían a Jesús de Nazaret. El de la izquierda, que se apoya en una gran maza, es seguramente Santiago el Menor, ya que la tradición dice que murió al ser golpeado en la cabeza con un mazo.
El de la izquierda sujeta un libro y se apoya en una mesa, por lo que podemos identificarle como Mateo, que es según los cristianos uno de los cuatro autores de los evangelios que la Iglesia Católica considera directamente inspirados por Dios y que se recogen en la Biblia.
San Judas Tadeo o San Matías.
Este relieve representa a uno de los doce apóstoles que seguían a Jesús de Nazaret. Aparece como un hombre maduro, con barba, y sujetando una gran hacha o alabarda, por lo que seguramente es Judas Tadeo o Matías, que sufrió martirio con este instrumento.
El santo aparece ricamente vestido, con túnica y manto decorados a base de motivos vegetales.
San Blas.
Según la tradición, Blas era un médico de la ciudad de Sebaste (actual Turquía) que se convirtió al cristianismo y se retiró a vivir como ermitaño en una cueva del monte Argeus.
Por su fama de hombre piadoso, los cristianos de la zona lo nombraron su obispo; por eso aquí se le representa con mitra (la toca alta y apuntada que utilizan los obispos en las celebraciones solemnes) y sujetando en su mano izquierda un báculo o bastón mientras levanta la derecha para bendecir.
San Antonio de Padua.
Antonio de Padua fue un monje franciscano que predicó contra la avaricia de los prestamistas que obtenían excesivos intereses en sus tratos. Su leyenda dice que era tan devoto que cuando rezaba el mismo Niño Jesús acudía para asistirlo en sus oraciones.
Por eso se le representa vestido de franciscano, con hábito marrón y la cabeza afeitada en la coronilla, a modo de tonsura, mientras sostiene en brazos al Niño Jesús