Conjunto de retablos de la iglesia de la Asunción de María (Bermeo)
Retablo de Nuestra Señora del Rosario
- Templo: Iglesia de la Asunción de María (Bermeo)
- Ubicación: A los pies de la nave del evangelio (a la izquierda según se mira al altar)
- Autor: Pedro Belaunzaran (tracista) y José de Alcoverro (escultor)
- Promotor: Ayuntamiento de Bermeo
- Cronología: siglo XIX (1869-1871)
- Estilo: Neoclásico
Un retablo para proteger a labradores y navegantes
Retablo interactivo, pulse sobre las imágenes para ampliar su información.
Iglesia:
La parroquia de la Asunción de Nuestra Señora es un edificio construido a en diferentes momentos del siglo XIX 1820/22-1869) y diseñado por el arquitecto Silvestre Pérez.
Destaca su portada, que con sus columnas y su frontón triangular recuerda a un templo griego. Tiene una torre a cada lado: la de la izquierda está inacabada; la de la derecha, terminada a fines del XIX, es el campanario. Su planta tiene forma de cruz griega, con los cuatro brazos iguales, y en el centro se levanta una amplia cúpula.
En el interior, entre los arcos que sujetan esta cúpula hay cuatro retablos y, sobre ellos, pinturas que representan a los cuatro evangelistas, realizadas por el pintor Pablo Uranga en 1912.
Advocación:
El retablo se dedica a la Virgen del Rosario, y se refiere a la aparición milagrosa de María a Santo Domingo de Guzmán.
Según la leyenda, en el año 1028 el santo se encontraba en una capilla del monasterio de Prouihe, al sur de Francia, cuando se le apareció la Virgen, llevando en sus manos un rosario, es decir, un collar de cuentas separadas de diez en diez por otras de distinto tamaño, unida por sus dos extremos a una cruz. Con él enseñó a Santo Domingo a rezar una serie de un padrenuestro, diez avemarías y un gloria en recuerdo de cada uno de los misterios de la vida de Cristo.
Entonces, María le pidió que lo difundiera entre todos los que se encontrara en su camino. El santo lo hizo y enseñó a rezar el rosario a los soldados de Simón IV de Muret antes de la batalla de Monfort, de la que salieron victoriosos, atribuyendo este triunfo a la intercesión de la Virgen.
Desde entonces, la costumbre de rezar el rosario se extendió por toda la cristiandad.
Descripción:
El retablo de la Virgen del Rosario se encuentra en la nave del evangelio, a la izquierda según se mira al altar, y junto a la entrada del templo. Se sitúa en uno de los arcos que sujetan la bóveda central de la iglesia, en un nicho o exedra decorado con bóveda de casetones, pintada a manera de ilusión óptica o trampantojo. Es un retablo con columnas compuestas de fuste acanalado y arco arco de medio punto que se denominan de tipo hornacina. Bajo el arco está la figura principal del retablo: la Virgen del Rosario, sobre una nube de la que asoman cabezas de ángeles.
A los lados del retablo hay otras dos esculturas: la de la derecha es San Isidro Labrador, un santo de gran devoción en las zonas rurales, y la de izquierda Santa María del Socorro, la primera religiosa mercedaria.
En su parte alta tiene un círculo dorado con un triángulo (alusión a la Trinidad), rodeado de nubes y rayos que representan la Gloria. Está tallado en madera y pintado en blanco y dorado, con imitaciones de mármol en su parte baja o banco.
Historia:
Los cuatro retablos laterales de la iglesia de la Asunción de Nuestra Señora fueron contratados por el ayuntamiento de Bermeo y pagados por los habitantes de la villa.
Se recibieron, además, donativos de particulares, como la que dejó en su testamento Andrés de Uriarte –aplicada fundamentalmente a la realización de las esculturas–.
Encargaron la obra al arquitecto Pedro de Belaunzaran, quien realizó el diseño o traza. Las obras fueron dirigidas por otro arquitecto, Pedro Lumbreras (1869), quien también se hizo cargo de la policromía, y las imágenes las realizó el escultor catalán José de Alcoverro (1870-1871).
Imaginería:
Nuestra Señora del Rosario.
La figura de la Virgen aparece sobre unas nubes de las que salen cabezas de ángeles. La Virgen lleva un gran rosario en su mano derecha y con la izquierda sostiene al Niño Jesús.
Éste aparece desnudo y también lleva en su mano derecha un rosario, mientras que en la izquierda sujeta una bola azul con una cruz en la parte alta, símbolo del triunfo del cristianismo en el mundo.
Es una escultura de gran calidad, tanto en los detalles de la talla como en la manera de aplicarle el color.
San Isidro.
Según la tradición, Isidro fue un labrador cristiano que vivía en Madrid en el siglo XII y trabajaba para el noble Juan de Vargas. Era un hombre muy piadoso, que acudía todas las mañanas a misa y dedicaba gran parte de su tiempo a la oración; por eso, algunos días se retrasaba y empezaba tarde su trabajo. Sus compañeros, entonces, lo denunciaron por holgazán. El dueño de las tierras quiso comprobarlo y acudió una mañana al campo para observarlo a escondidas. Cuál fue su sorpresa al ver que, mientras Isidro rezaba, los bueyes tiraban solos del arado y el trabajo del campo se realizaba milagrosamente.
Por eso se le considera patrón de los labradores y se le representa vestido como un campesino en actitud de rezar con las manos juntas. En este caso, lleva una vara y un ramito de hojas entre las manos.
La calidad de los detalles de esta la escultura se puede apreciar en la talla de las ropas y el calzado.
Santa María del Socorro.
María de Cervelló, que al ser nombrada santa pasó a llamarse María del Socorro, fue la primera religiosa mercedaria. Aparece representada con el hábito de esta orden: túnica, manto y escapulario blancos y toca y cinturón negros; en su pecho, sobre el escapulario, el escudo de las mercedarias.
La leyenda cuenta que acudía milagrosamente a socorrer a las naves cuando había tormenta, hecho por el que se le nombró patrona de los navegantes: por eso esta imagen lleva en su mano izquierda un barco. Destacan la calidad de la talla y la policromía de esta escultura.