Retablo de San Juan Bautista (Molinar, Gordexola)
- Templo: Iglesia de la Degollación de San Juan Bautista (Molinar, Gordexola)
- Ubicación: Altar Mayor
- Autor: Antonio de Alloytiz (arquitecto y escultor) y Fernando de Fontagud (policromador)
- Promotor:Parroquia
- Cronología: siglo XVII (1655-1657)
- Estilo: Barroco
Un monumental retablo barroco fruto del esfuerzo de todo un pueblo
Iglesia:
La iglesia de San Juan Degollado se encuentra en el barrio de Molinar, el más poblado del municipio de Gordexola. Empezaría a reconstruirse hacia 1515 y, con el paso del tiempo, se le han ido añadiendo capillas, coro, campanario y sacristía, por lo que las obras no terminaron hasta el siglo XIX. Por eso, contiene elementos de estilos muy diferentes: bóvedas góticas, portada renacentista, torre y pórtico barrocos e incluso elementos neoclásicos.
Advocación:
Según los evangelios, Juan el Bautista realizó su misión a comienzos de la era cristiana, en el río Jordán, donde bautizaba a los que buscaban la conversión, de ahí su sobrenombre. Entre las persona a las que bautizó estuvo Jesús de Nazaret. Además de predicar, Juan había denunciado públicamente por incesto al rey Herodes Antipas, que se había casado con su sobrina Herodías. Esto hizo que Salomé, la hija de Herodías, después de bailar delante de Herodes, pidiera que Juan fuera decapitado y se le entregara su cabeza en una bandeja de plata. Herodes cumplió su deseo, y Juan fue ejecutado en la prisión de Maqueronte, a orillas del Mar Muerto.
Descripción:
El retablo de San Juan Degollado se ubica en el altar mayor de la parroquia, ocupando todo el muro. Es un monumental retablo-fachada compuesto por zócalo o banco con relieves, dos cuerpos donde se encuentras las escenas y esculturas principales, y remate o ático, con el Calvario. Verticalmente se divide en tres calles, siendo la central más ancha que las laterales, y cuatro entrecalles con esculturas de apóstoles. Calles y entrecalles están separadas mediante columnas decoradas con uvas y hojas de parra y capiteles corintios. Estas columnas, muy habituales en los primeros retablos barrocos, se utilizan aquí por primera vez en Bizkaia. Sobre ellas discurren frisos con decoración vegetal.
El tema principal de la obra es la vida de San Juan Bautista, El santo ocupa la casilla central y lo rodean relieves que narran los principales pasajes de su vida: su niñez, la predicación y el bautismo de Cristo, su martirio, y la aparición y traslado de sus reliquias a la ciudad de Constantinopla. Corona el retablo la representación del Calvario y, sobre ella, Dios Padre rodeado de los profetas Moisés y Elías. Es una obra compleja, en la que además aparecen esculturas de ángeles y relieves de virtudes, de los evangelistas y de los Padres de la Iglesia.
El retablo se completa con un templete o tabernáculo que es en realidad un mueble exento con mesa de altar, en la que aparece la representación de la cabeza de Juan el Bautista. Encima se encuentra el sagrario , con un Cristo en ascensión esculpido en la puerta. Y, sobre él, en el ostensorio que en otros tiempos acogería una custodia, una imagen de la Virgen con el Niño. Esta figura, conocida como Andra Mari de Isasi, procede de una ermita cercana.
La policromía del retablo es a base de dorados, realizados con oro bruñido de buena calidad, mientras que en los ropajes y en los fondos de las casillas se utilizan tonos azules verdosos y rojos.
Si bien la arquitectura de este retablo es notable, lo cierto es que las abundantes imágenes son de menor calidad. Pero el conjunto, reforzado por su brillante policromía, transmite una sensación de monumentalidad.
Historia:
El retablo mayor de San Juan Bautista se construyó gracias a las aportaciones de la iglesia, el ayuntamiento y, sobre todo, de donativos particulares muchos de ellos llegados desde las colonias americanas, ya que eran muchos los gordexolanos que habían hecho fortuna y tenían importantes cargos en las Américas. La obra se encargó en 1655 al bilbaíno Antonio de Alloytiz, uno de los artistas más destacados del barroco en Bizkaia, que se encargó tanto de la arquitectura como de la escultura. Su obra tiene influencia de los retablistas más importantes del momento, sobre todo del castellano Gregorio Fernández, autor de muchos de los retablos y pasos procesionales más significativos de la época. En 1657 se dieron por terminadas las labores de talla y ensamblaje del mueble, pero para pintarlo hubo que esperar casi cien años, hasta 1753, cuando la parroquia encargó la policromía del retablo a Fernando de Fontagud, maestro dorador de Meruelo (Cantabria).
Imaginería:
Banco
San Juanito dormido.
El relieve representa a Juan el Bautista de niño, imagen que popularmente se conoce como San Juanito. Se le reconoce porque lleva dos de los elementos que lo caracterizarán de adulto: la túnica de piel de camello y el cordero, símbolo de Cristo. El niño acaricia este cordero mientras descansa apoyando la cabeza en su mano izquierda.
La figura aparece recostada, para adaptarse al espacio, y su composición es similar a la del Niño Jesús dormido que se representa también en este retablo, resaltando así el parentesco que unía a Juan el Bautista y Jesús de Nazaret –eran primos–.
San Juan degollado.
Según la Biblia, después de ser decapitado por orden de Herodes Antipas, la cabeza de Juan el Bautista fue entregada sobre una bandeja de plata a Salomé, tal y como ella misma había pedido.
La pintura se adapta a la forma del medallón central del altar, muy decorado con tallas de lazos y palmas doradas que simbolizan la victoria del santo sobre la muerte.
Niño Jesús dormido
El relieve representa al Niño Jesús recostado y desnudo. La figura se apoya sobre una calavera, que anuncia su muerte, mientras sostiene en su mano izquierda una esfera azul, que símbolo de su poder divino. La imagen muestra así la doble naturaleza de Cristo, como hombre y como Dios.
Su composición es similar a la del San Juanito dormido que se representa también en este retablo, resaltando así el parentesco que unía a Juan el Bautista y Jesús de Nazaret –eran primos–.
Ángeles
Cuatro ángeles niños rodean las imágenes del Niño Jesús y San Juanito dormidos.
Las figuras visten túnicas cortas y son muy expresivas en sus gestos, llevándose un dedo a sus labios para pedir silencio.
Cuerpo 1
Predicación de Juan el Bautista.
Según los evangelios, Juan el Bautista se dedicó a predicar en el desierto de Judea, anunciando que pronto iba a llegar el salvador. Por eso aquí se le representa con pelo y barba desaliñados y vestido con piel de camello, levantando su mano derecha y rodeado de gran número de personajes, que le escuchan.
Es una escena muy expresiva y llena de detalles, como los pájaros que picotean las hojas del árbol o la mujer del primer plano, que tiene en brazos un niño que juguetea con sus largos cabellos.
El Salvador
Este relieve se encuentra en la puerta del sagrario, sobre el altar. Representa a Jesús como Cristo resucitado, entre nubes y rodeado de ángeles para mostrar que ya se encuentra en la Gloria.
Está vestido de rojo y oro y levanta los brazos para representar su victoria sobre la muerte y, por tanto, la salvación de la humanidad del pecado.
Andra Mari de Isasi.
Esta escultura proviene de una ermita dedicada a la Virgen María en el cercano barrio de Isasi. Es la imagen más antigua del retablo, realizada en la segunda mitad del siglo XIV, aunque después ha sido repintada en varias ocasiones. Representa a María sentada con el Niño en el regazo, un tipo que se conoce como Virgen-trono y que en el País Vasco se denomina Andra Mari (“Señora María”). María aparece coronada y lleva en su mano derecha un fruta mientras que el Niño levanta una mano en señal de bendecir y sujeta en la otra un libro.
De esta manera, se destaca a María como Madre del Salvador y, por tanto, su papel en la redención de la humanidad.
Bautismo de Cristo.
Según los evangelios, un día que Juan estaba predicando a orillas del río Jordán, se presentó Jesús de Nazaret y le pidió que lo bautizara. En ese momento, se abrieron los cielos y el Espíritu Santo, en forma de paloma, descendió sobre Jesús mientras se escuchaba la voz de Dios reconociéndolo como su Hijo. El relieve representa este momento: Jesús está en el río Jordán y Juan, sobre una roca y vestido con pieles de camello, sujeta en su mano derecha una concha con la que le está bautizando. En el cielo, el Espíritu Santo en forma de paloma muestra que Jesús es el Hijo de Dios, mientras unos ángeles contemplan la escena entre nubes.
Es una escena muy expresiva y llena de detalles realistas, como los juncos del rio, que se inclinan hacia Cristo.
San Lucas.
Lucas es autor de uno de los cuatro evangelios que la Iglesia Católica considera directamente inspirados por Dios y que se recogen en la Biblia. Cada uno de los evangelistas tiene un símbolo: el de Lucas es el toro, que en este relieve asoma bajo su manto
San Mateo
Mateo es autor de uno de los cuatro evangelios que la Iglesia Católica considera directamente inspirados por Dios y que se recogen en la Biblia. Cada uno de los evangelistas tiene un símbolo: el de Mateo es el hombre, que muchas veces se representa con alas, como si fuera un ángel. Así aparece en este relieve, acompañando al santo y sujetando un tintero.
San Juan
Juan es autor de uno de los cuatro evangelios que la Iglesia Católica considera directamente inspirados por Dios y que se recogen en la Biblia.
Cada uno de los evangelistas tiene un símbolo: el de Juan es el águila, que lo acompaña en este relieve.
San Marcos
Marcos es autor de uno de los cuatro evangelios que la Iglesia Católica considera directamente inspirados por Dios y que se recogen en la Biblia.
Cada uno de los evangelistas tiene un símbolo: el de Marcos es el león, que en este relieve aparece a sus pies.
San Juan
Juan era uno de los doce apóstoles que acompañaron a Jesús de Nazaret. En este retablo aparece representado en otra ocasión por su condición de evangelista, pero aquí se le representa como un hombre joven y sin barba que sujeta en su mano izquierda una copa mientras bendice con la derecha. Esto hace referencia a su milagro más famoso, cuando le ofrecieron una copa llena de veneno y, después de bendecirla, el santo pudo beber sin sufrir ningún daño.
Llama la atención la esmerada policromía de sus ropajes, llena de motivos vegetales.
San Pedro.
Según los evangelios, Pedro fue, junto con su hermano Andrés, el primero de los doce apóstoles llamados por Jesús de Nazaret. Éste le nombró su sucesor, por lo que se le identifica como el primer papa de la Iglesia Católica.
En esta imagen se le reconoce por llevar un libro en la mano izquierda y las llaves del Reino de Dios en la derecha. Llama la atención la riqueza de la pintura de sus ropajes.
San Pablo
Pablo fue uno de los primeros difusores del cristianismo, religión a la que él mismo se había convertido tras aparecérsele Cristo. Aquí aparece representado con una gran espada, símbolo de su muerte decapitado, y un libro, referencia al texto de los Hechos de los Apóstoles y las catorce cartas que escribió y que aparecen en la Biblia.
Destaca la cuidada policromía de su túnica y manto.
Santiago el Mayor
Santiago, hijo de Zebedeo, fue uno de los doce apóstoles que acompañaron a Jesús de Nazaret. Se le conoce como Santiago el Mayor para diferenciarlo de otro apóstol, hijo de Alfeo, al que se llama Santiago el Menor. Según una tradición medieval, su cuerpo se encuentra enterrado en Iria Flavia (Compostela), lo que dio origen a las peregrinaciones a su tumba y al Camino de Santiago.
Por eso, aquí está representado con un bastón o báculo con la calabaza que le sirve de cantimplora en la mano derecha. La policromía se ilumina con motivos vegetales en color dorado.
San Gregorio Magno
Gregorio fue un papa del siglo VI. Aquí aparece ricamente vestido, con capa y zapatos o escarpines de color rojo, llevando la tiara –un sombrero formado por tres coronas que indica su autoridad como papa, obispo y rey– y con un báculo en forma de cruz. Fue autor de muchas obras de teología y está considerado uno de los Padres de la Iglesia Católica.
Por eso se le representa con un libro y acompañado de la paloma del Espíritu Santo, manera simbólica de indicar que sus obras están inspiradas directamente por Dios.
San Jerónimo
Jerónimo fue un estudioso cristiano del siglo IV que tradujo la Biblia al latín, por lo que está considerado uno de los Padres de la Iglesia Católica. Se le representa aquí en actitud de escribir y acompañado de la paloma del Espíritu Santo, manera simbólica de indicar que sus obras están inspiradas directamente por Dios. Llegó a ser secretario del papa Dámaso IV, por eso aparece vestido de cardenal, con ropas de color rojo intenso o púrpura y un sombrero llamado capelo, destacando la policromía dorada de sus ropajes.
La leyenda cuenta que le acompañaba siempre un león, que lo seguía como un perro manso desde que el santo le sacara una espina que tenía clavada en la pata.
San Ambrosio
Ambrosio fue obispo de Milán en el siglo IV; por eso aparece en esta imagen llevando la mitra –el sombrero que utilizan los obispos en las ceremonias solemnes– y un bastón o báculo. Fue autor de muchas obras de teología, por lo que está considerado uno de los Padres de la Iglesia Católica y se le representa aquí en actitud de escribir y acompañado de la paloma del Espíritu Santo, manera simbólica de indicar que sus obras están inspiradas directamente por Dios.
Destaca la policromía de la capa y el uso del dorado en el báculo y la mitra.
San Agustín
Agustín fue un filósofo del siglo IV que, después de convertirse al cristianismo, llegó a ser obispo de la ciudad de Hipona (en la actual Argelia). Por eso aparece con el sombrero que utilizan los obispos en las ceremonias solemnes, llamado mitra, y un bastón o báculo. Fue autor de muchas obras de teología, por lo que está considerado uno de los Padres de la Iglesia Católica y se le representa aquí en actitud de escribir y acompañado de la paloma del Espíritu Santo, manera simbólica de indicar que sus obras están inspiradas directamente por Dios.
Le acompaña un niño desnudo, alusión a la leyenda que cuenta que un día el santo estaba meditando sobre la Santísima Trinidad a la orilla del mar. Vio entonces a un niño que jugaba llenando de agua constantemente un hoyo en la arena, queriendo vaciar en él toda el agua del mar. Cuando el santo exclamó que esa tarea era imposible, el niño respondió: “Más difícil es que llegues tú a entender el misterio de la Santísima Trinidad”.
Cuerpo 2
San Juanito y el Niño Jesús pastoreando.
Relieve que muestra a San Juan y a Jesús niños como pastores de ovejas, imagen que simboliza el rebaño de Dios, compuesto por todos los cristianos que forman la Iglesia. Reconocemos a los personajes por los objetos que sujetan, que hacen alusión a su vida adulta: Jesús lleva una cruz y una cesta con clavos, premonición de su muerte crucificado, y Juan va vestido con una túnica de piel de camello mientras sostiene un bastón en forma de cruz con un estandarte rojo y dorado, elementos que anticipan su predicación en el desierto.
Es una escena muy expresiva y con cuidados detalles, como las ovejas y los árboles que forman un bonito paisaje.
San Juan Bautista meditando
Relieve que muestra a Juan el Bautista, al que reconocemos por ir vestido con pieles de camello, recostado bajo unos árboles junto a un grupo de ovejas. Esta imagen simboliza el rebaño de Dios, compuesto por todos los cristianos que forman la Iglesia.
Destaca la manera en que se ha representado el paisaje.
Entrega de la cabeza del Bautista a Salomé.
Según la Biblia, después de ejecutar a Juan el Bautista, el rey Herodes Antipas ordenó que su cabeza fue entregada a Salomé en una bandeja de plata. La escena recoge el momento en que la joven, vestida con un suntuoso vestido verde, recibe la cabeza que le entrega un soldado, ante la mirada de varios personajes. El cuerpo decapitado del Bautista, vestido con la túnica de piel de camello y todavía con las manos atadas a la espalda, aparece en primer plano. Al fondo, unas arquitecturas representan el palacio de Herodes y la prisión donde había sido encarcelado el santo antes de morir.
Llama la atención la rica policromía de la escena, que resalta la expresividad de los rostros, incluso la palidez del Bautista decapitado.
San Juan Bautista.
Imagen principal del retablo, en la que se representa a Juan el Bautista con los elementos que lo identifican: el cordero, que representa a Cristo, a quien él bautizó y reconoció como el Mesías; la túnica de piel de camello con la que Juan se vestía durante su predicación en el desierto; y la cruz, que indica que este santo fue el precursor de Cristo.
Presentación de la cabeza del Bautista ante Herodes.
El relieve representa el momento en que Salomé presenta la cabeza de Juan el Bautista a su madre, Herodías, y su padrastro, Herodes Antipas, que están sentados a la mesa en su palacio.
La escena, pintada con una exquisita policromía, está llena de detalles, como las arquitecturas del fondo, los cortinajes de la sala de banquetes o los recipientes que hay bajo la mesa.
Incineración de los huesos del Bautista.
Según una antigua tradición cristiana, después de morir Juan el Bautista, Herodes Antipas ordenó que sus huesos fueran quemados. El relieve representa el momento en que un soldado arroja a la hoguera con una gran tenaza los huesos del Bautista, mientras el Espíritu Santo, representado simbólicamente en forma de paloma, desciende del cielo.
Dos personajes contemplan la escena; uno de ellos es el propio Herodes, a quien reconocemos por llevar la corona y cetro que lo identifican como rey.
Adoración de las reliquias del Bautista
Según los evangelios de Mateo y Marcos, después de que Herodes Antipas mandara ejecutar a Juan el Bautista y entregara su cabeza a Salomé, los seguidores del santo se llevaron su cuerpo y lo enterraron. Una leyenda medieval cuenta que, varios siglos después, sus reliquias fueron encontradas de forma milagrosa y repartidas por el todo el mundo cristiano.
Aquí vemos a una mujer y tres obispos mirando, en señal de respeto y adoración, uno de los dedos del Bautista.
Traslado de las reliquias del Bautista a Constantinopla.
La tradición medieval cuenta que, después de que las reliquias de Juan el Bautista fueran milagrosamente encontradas, unos peregrinos las llevaron a Constantinopla (actual Estambul, en Turquía).
La escena representa a un hombre que lleva las reliquias en un saco, acompañado por una comitiva de monjes.
Ángeles
Ocho figuras de ángeles, vestidos con túnicas y sujetando una palma, acompañan a las representaciones de las Virtudes.
Fe
La Fe es, junto a la Esperanza y la Caridad, una de las tres virtudes que los cristianos llaman teologales, por considerar que son directamente infundidas por Dios.
Aquí se representa como una mujer, vestida con amplios ropajes, que sujeta una cruz, símbolo del cristianismo.
Justicia
La Justicia es –junto con la Fortaleza, la Prudencia y la Templanza– una de las cuatro virtudes que la religión católica denomina cardinales y que tienen como fin la honestidad de quien las practica.
Se representa simbólicamente como una mujer llevando una balanza, con la que mide las buenas y malas acciones, y una espada, con la que castiga a los que delinquen.
Esperanza
La Esperanza es, junto a la Fe y la Caridad, una de las tres virtudes que los cristianos llaman teologales por considerar que son directamente infundidas por Dios. Aquí se representa como una mujer, vestida con amplios ropajes, que sujeta un pájaro y un ancla, símbolo de la confianza en la salvación y la resurrección.
Prudencia
La Prudencia es –junto con la Fortaleza, la Justicia y la Templanza– una de las cuatro virtudes que la religión católica denomina cardinales y que tienen como fin la honestidad de quien las practica.
Se representa simbólicamente como una mujer llevando un espejo, que simboliza el conocimiento de uno mismo antes de tomar decisiones.
Apóstol
Escultura que representa a uno de los doce apóstoles que siguieron a Jesús de Nazaret.
Ha perdido el objeto que sujetaba en su mano izquierda, por lo que no es posible identificarlo.
San Simón
Simón era uno de los doce apóstoles que siguieron a Jesús de Nazaret. Según la tradición, fue serrado en dos; por eso aquí se le representa sujetando una gran sierra que parece elaborada con una hoja de palma, símbolo de los mártires.
Llama la atención la riqueza de sus ropajes, finamente policromados.
Ático
Calvario
El retablo se corona con una representación del Calvario, es decir, Cristo crucificado rodeado de su madre, María, y su discípulo predilecto, Juan. Tras las esculturas se pinta un paisaje que representa la ciudad de Jerusalén, donde Jesús fue crucificado.
A ambos lados de la cruz, el sol y la luna, en alusión a que, según los evangelios, el día de la crucifixión los cielos se oscurecieron desde mediodía hasta las tres de la tarde. Destaca la expresividad de las figuras: Juan y María miran el cuerpo de Jesús, ya muerto y con la cabeza inclinada hacia su madre.
Apóstol
Escultura que representa a uno de los doce apóstoles que siguieron a Jesús de Nazaret.
Ha perdido el objeto que sujetaba en su mano derecha, por lo que no es posible identificarlo.
Apóstol
Escultura que representa a uno de los doce apóstoles que siguieron a Jesús de Nazaret.
En su mano izquierda sujeta una lanza, por lo que podría tratarse de Tomás de quien la tradición cuenta que murió alanceado en la India.
Apóstol
Escultura que representa a uno de los doce apóstoles que siguieron a Jesús de Nazaret.
Ha perdido el objeto que sujetaba en su mano izquierda, por lo que no es posible identificarlo.
Dios Padre
En la parte alta del retablo aparece esta imagen de Dios Padre, representado como un anciano con larga barba que sujeta en su mano izquierda la bola del mundo mientras bendice con la derecha.
Moisés
Imagen del profeta Moisés, representado como un anciano que sostiene un libro, símbolo de las tablas de la ley que, según la Biblia, contenían los diez mandamientos y le fueron entregadas por Dios.