Conjunto de retablos de la iglesia de San Nicolás de Bari (Bilbao)

Retablo de San Blas

  • Templo: Iglesia de San Nicolás de Bari (Bilbao)
  • Ubicación: Lado del evangelio (a la izquierda según se mira al altar), junto a la entrada
  • Autor: Diego Martínez de Arce (arquitecto) (traza), Juan Pascual de Mena (escultor), José López Perella (policromía) e Ildefonso de Bustrín (pintor)
  • Promotor: Ayuntamiento de Bilbao
  • Cronología: siglo XVIII (1754)
  • Estilo: Barroco

Por San Blas un cordón bendecido en este altar tu garganta sanará

Retablo interactivo, pulse sobre las imágenes para ampliar su información.

Iglesia:

La iglesia de San Nicolás de Bari se levanta junto al bilbaíno paseo del Arenal. Fue construida entre 1743 y 1756, siguiendo el proyecto de Ignacio de Ibero, el mismo arquitecto que se había encargado de las obras del Santuario de Loyola (Azpeitia, Gipuzkoa).

En origen, fue la parroquia del arrabal de San Nicolás, un barrio situado fuera de las murallas de la villa de Bilbao en cuya playa o arenal se juntaban los marineros para pedir a su patrón, San Nicolás, protección ante las tempestades.

Es un templo monumental, que destaca por su arquitectura pero también por el magnífico conjunto de retablos que viste su interior.

San Nicolás de Bari (Bilbao)
Advocacion Retablo Lateral de San Blas (Bilbao)

Advocación:

Según la tradición, Blas era un médico de la ciudad de Sebaste (actual Turquía) que se convirtió al cristianismo y se retiró a vivir como ermitaño en una cueva del monte Argeus. Por su fama de hombre piadoso, los cristianos de la zona lo nombraron su obispo; por eso aquí se le representa con mitra (la toca alta y apuntada que utilizan los obispos en las celebraciones solemnes) y sujetando en su mano izquierda un báculo o bastón.

Ya en vida realizó curaciones milagrosas: la más conocida fue la sanación de un niño al que se le había clavado en la garganta una espina de pescado.

De este milagro nacería la creencia popular de que llevar al cuello un cordón bendecido el tres de febrero, día de San Blas, y rezar una novena al santo protege contra los males de garganta.

Descripción:

Este retablo es uno de los más populares de la villa de Bilbao. Cada tres de febrero, festividad de San Blas, los bilbaínos nos acercamos a bendecir unos cordones que luego atamos al cuello, para que el santo nos proteja contra los males de garganta. Se encuentra en el lado del evangelio, a la izquierda del altar mayor, junto a la entrada del templo y es de tipo cascarón, con cerramiento semicircular en su parte alta. Está compuesto de zócalo o banco, con mesa de altar y sagrario; cuerpo, donde se disponen las esculturas; y remate o ático, con pinturas y relieves.

Está dedicado San Blas, que ocupa la hornacina central, enmarcada con columnas corintias. Sobre ellas hay dos angelitos o putti, sentados sobre molduras, y a los lados están las esculturas de San Francisco Javier y Santa Rita de Casia. Encima de estas imágenes están las pinturas de San Carlos Borromeo y San Francisco de Sales.

La parte alta del retablo está presidida por un medallón en relieve que representa uno de los milagros de San Blas: la curación de un niño que iba a morir ahogado por una espina clavada en su garganta. Sobre él, en el cascarón, un ángel con el brazo adelantado sostiene lo que parece un cordón de San Blas.

Toda la arquitectura o mazonería del retablo está sin dorar, lo que hace que destaquen las imágenes, pintadas con una rica policromía, y los detalles de la hornacina central. El resto de la decoración tallada, a base de guirnaldas y motivos vegetales, mantiene el color oscuro de la madera.

Historia:

En 1752 el ayuntamiento de Bilbao decidió encargar un conjunto de retablos para la parroquia de San Nicolás, que se estaba construyendo en ese momento.

Para la obra se contrató a tres de los mejores artistas que en ese momento trabajaban en la corte de Madrid: el arquitecto vallisoletano Diego Martínez de Arce se encargó del proyecto o traza de los retablos; el escultor toledano Juan Pascual de Mena realizó las imágenes, que pintó el madrileño José López Perella. Los dos últimos eran, además, profesores en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, la institución que controlaba en ese momento todos los aspectos de las artes. Con ellos colaboraron importantes artistas vascos, como el arquitecto Juan de Iturburu o el pintor Ildefonso de Bustrín, autor de los lienzos.

Los retablos fueron restaurados entre 2007 y 2011.

Imaginería:

Santiago apóstol.

San Francisco Javier.
San Francisco Javier es un santo navarro que expandió el evangelio por la India, Ceilán (Sri Lanka), Japón, etc. Participó junto a San Ignacio de Loiola en la fundación de la Compañía de Jesús (1539). En recuerdo de su peregrinación en las misiones aquí está representado con las ropas de los peregrinos, conchas de vieira en las ropas y un bastón o báculo con la calabaza que sirve de cantimplora en la mano izquierda. Tiene los pies descalzos y sujeta un crucifijo en su mano derecha.

La policromía a base de dorados resalta sobre la vestimenta en marrones, lo que da luz a la imagen. Es obra del escultor Juan Pascual de Mena.

San Blas.

San Blas.
Aparece vestido de obispo, con mitra y báculo y levanta la mano derecha en señal de bendecir, mientras que con la pierna izquierda doblada parece que esté caminado.

Destaca la cuidada policromía de la capa, con decoración de flores. Los pliegues y tratamiento de la tela hacen de esta escultura un buen ejemplo de talla.

Es obra del escultor Juan Pascual de Mena.

Santa Rita de Casia.

Santa Rita de Casia.
Rita de Casia fue una santa italiana que ingresó en la orden de las religiosas agustinas después de quedar viuda. Según la tradición, un día que estaba rezando llegó a identificarse tanto con los padecimientos de Cristo que recibió una marca o estigma de la corona de espinas. Por eso se le representa con una astilla de madera clavada en la frente y sujetando un crucifijo, ante el que reza.

Destaca el trabajo de policromía: el color oscuro de su hábito agustino contrasta con el color blanco de la toca y el rostro y con los bordes dorados de los ropajes.

Es obra del escultor Juan Pascual de Mena.

San Carlos Borromeo.

San Carlos Borromeo.
Carlos Borromeo fue un noble italiano que se ordenó sacerdote y fue nombrado cardenal en 1560 por el papa Pío IV. Destacó por reformar el clero y poner especial cuidado en la fundación de seminarios.

Aquí se le representa vestido de cardenal, destacando el tono púrpura de su ropaje, que contrasta con el fondo oscuro. Vuelve sus ojos al cielo, en señal de oración y en su mano izquierda sujeta un crucifijo que resalta en el lienzo por la manera en que está pintado, como si fuera una escultura.

El lienzo es obra del pintor Ildefonso de Bustrín.

El Milagro de San Blas.

El Milagro de San Blas.
Relieve en forma de medallón que representa el momento en que San Blas salva a un niño de morir ahogado por la espina clavada en la garganta.

La escena, que se desarrolla en un paisaje, muestra el momento en que una madre lleva a los pies del santo a su hijo moribundo. San Blas, con los atributos de obispo –mitra y báculo– a sus pies, mira al cielo y desde la nubes y con unos rayos dorados recibe la ayuda divina para curarlo.

San Francisco de Sales.

San Francisco de Sales.
Francisco de Sales fue un noble que se ordenó sacerdote en secreto, ocultándoselo a su padre. Se le representa vestido de sacerdote y con un cordón rojo que tiene una cruz dorada en el extremo atado al cuello.

Sujeta en sus manos un libro abierto en alusión a las numerosas obras que escribió; por eso es patrón de los escritores. Tras la cabeza un haz de rayos muestra su condición de santo.

El lienzo es obra del pintor Ildefonso de Bustrín.